Este gran economista dejó huella a su paso por la Universidad de Valencia, donde fue Catedrático de Economía y transmitió su pasión a sus discípulos y compañeros en el desarrollo de una de las asignaturas más completas, rigurosas, y difíciles de la Licenciatura: Historia de las Doctrinas, y del Pensamiento económico.
Al mismo tiempo Lluch, supo comprender la realidad económica valenciana y trató de explicar su vía singular de industrialización, diferente del País Vasco y Catalunya entre otras.
Resulta relevante, como explica la existencia de un hilo industrial desde los años 1920, fruto de un saber hacer artesanal, que se mantiene vivo hasta la década de los 60, cuando se produce el BOOM industrial, fruto del gran aumento de la demanda favorecido por la apertura de la economía española, que generó el Plan de Estabilización del 59.
Con una fuerte y creciente demanda, y con mano de obra barata que conocía el oficio y bajos niveles de inversión tecnológica, los sectores tradicionales iniciarán su expansión en la década de los 60, en un sistema que Lluch denominó: Mancha de aceite.
Este sistema consistía en la iniciativa por parte de los encargados de las empresas industriales nodrizas, de fundar solos o en sociedad, una empresa nueva del mismo sector, para emprender una nueva aventura industrial, casi siempre dentro de la misma comarca.
Así se produce el desarrollo, del mueble y lámparas en las comarcas de L’Horta Sud y del Baix Maestrat, de las azulejeras en la Plana de Castelló, del calzado de la Vall de Vinalopó, de los juguetes de la Foia de Castalla, del Mimbre en Moixent y Vallada, y del textil de l’Alcoià i la Vall d’Albaida.
Estos sectores tradicionales, tenían difícil competir a largo plazo vía precio, y menos en un mundo globalizado, donde determinadas localizaciones generan ventajas competitivas, vía mano de obra barata, y economías de escala derivadas del tamaño industrial y de la tecnología.
Con el objetivo de desarrollar la competitividad en I+D+I se creó la red de Institutos Tecnológicos sectoriales y el propio IMPIVA.
Todas estas políticas económicas de desarrollo con y para la empresa autóctona, fueron emprendidas por técnicos que directa o indirectamente interactuaron con Ernest Lluch. Economistas que bebieron de sus conocimientos, que colaboraron en sus investigaciones y que se contagiaron de su respeto, compromiso y pasión por la dinámica empresarial valenciana.
Los tiempos cambian y la crisis del 2007, marcó un acusado cambio de tendencia en la demanda que ha puesto en duda la competitividad de muchas empresas. Debemos pues adaptarnos a los nuevos tiempos y generar nuevos instrumentos y políticas que nos ayuden a alcanzar ventajas competitivas empresariales, sectoriales, y regionales necesarias para el desarrollo económico y social.
Y esto, no sólo lo conseguiremos con políticas inteligentes y coherentes, sino nos hará falta una buena dosis de valores como los que en su día puso en juego Lluch: Valores de indagación/consciencia, de compromiso, de asociación, de compañerismo, de respeto. Valores que generen emoción. Muy necesaria la emoción, pues como comentaba Carl Jung: “Nada grande fue creado sin emoción.

Josep Eustaquio Martínez
ERNEST LLUCH. LA VÍA VALENCIANA.
- 07/01/2019
- , 10:21 am
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